¿Cuál medicamento debo tomar para la neuralgia del trigémino?
La neuralgia del trigémino es un dolor neuropático severo en la cara sobre la distribución de una o más ramas del nervio trigémino, afectando la calidad de vida de quien la padece. Una vez diagnosticada, el tratamiento inicial es farmacológico, siendo un neurólogo o neurocirujano quien se encarga de indicar y vigilar la medicación del paciente.
Las pautas sobre el tratamiento farmacéutico de la neuralgia del trigémino publicadas por la American Academy of Neurology (AAN) y la European Federation of Neurological Societies (EFNS) recomiendan carbamazepina (200 a 1200 mg/día) u oxcarbazepina (600 a 1800 mg/día) como terapia de primera línea. Aunque existe evidencia sólida de que la carbamazepina es más eficaz que la oxcarbazepina, esta última presenta menos problemas de seguridad. Los pacientes que no responden o generan alergia a la carbamazepina o la oxcarbazepina deben ser derivados para tratamiento complementario con otros medicamentos o cirugía.
¿Cuáles son los eventos adversos y efectos secundarios de los antiepilépticos?
Se sabe que los medicamentos antiepilépticos tienen interacciones con otros fármacos y algunos pacientes pueden llegar a presentar una serie de afecciones o comorbilidades relacionadas con la edad o el peso, que a menudo requieren un control con varios medicamentos. Por lo tanto, es un desafío establecer un tratamiento médico para la neuralgia del trigémino en este tipo de pacientes sin inducir cambios o problemas en la acción y eliminación de los fármacos.
Los efectos secundarios de la carbamazepina incluyen alteraciones del sistema nervioso central, como falta de equilibrio, mareos, somnolencia, erupción cutánea, disfunción renal, leucopenia, elevación de las transaminasas hepáticas, hiponatremia, trombocitopenia, ataxia, náuseas y/o vómitos, arritmias cardíacas y, en el uso prolongado, osteoporosis y deficiencia de folato.
En un estudio reciente de 200 pacientes tratados con carbamazepina y oxcarbazepina, el 27% de los pacientes tratados con carbamazepina y el 18% de los pacientes tratados con oxcarbazepina sufrieron un evento adverso que causó que se interrumpiera el tratamiento durante el primer mes de su ingesta. La aparición de efectos secundarios se produjo con dosis medias de 600 mg para carbamazepina y 1200 mg para oxcarbazepina. Según el estudio, se sugiere que el fármaco de primera línea utilizado en el tratamiento médico de la neuralgia del trigémino siga siendo la carbamazepina hasta que no se encuentre algún otro con más ventajas o menos inconvenientes. Si aparecen efectos secundarios inaceptables, que en su mayoría están relacionados con la dosis y la edad avanzada, el paciente debe cambiarse a oxcarbazepina. El tratamiento de segunda línea puede ser una combinación de carbamazepina y lamotrigina o baclofeno, pero la evidencia del uso de cualquiera de estas combinaciones es aún débil.
Durante el tratamiento con carbamazepina u oxcarbazepina, es necesaria una cuidadosa observación clínica para minimizar los riesgos de interacciones y eventos adversos, especialmente en los ancianos. Se recomienda un hemograma completo; medición de electrolitos, enzimas hepáticas y niveles de vitamina D; y otras pruebas del metabolismo óseo (calcio sérico y fosfatasa alcalina) cada 2 a 5 años de estar tomado estos medicamentos. También es importante saber que la carbamazepina está contraindicada en pacientes con bloqueo auriculoventricular.
¿Qué otras recomendaciones son importantes durante el uso de antiepilépticos?
Las personas mayores son más sensibles a las alteraciones del sistema nervioso y a los efectos sedantes de los medicamentos haciéndolos más susceptibles a sufrir caídas u otros accidentes por desequilibrio, mareos, somnolencia, ataxia y visión borrosa a consecuencia de los medicamentos.
Además de las modificaciones fisiológicas asociadas con el envejecimiento, otras comorbilidades importantes, como las enfermedades de los riñones, el hígado y el sistema circulatorio hacen que las concentraciones séricas de los medicamentos sean impredecibles y puedan fluctuar entre concentraciones que no sean efectivas o que puedan tener un efecto tóxico. Por lo tanto, la prescripción de antiepilépticos a pacientes con otras enfermedades debe ser muy precavida para evitar efectos secundarios e interacciones perjudiciales entre medicamentos.